sábado, 16 de agosto de 2008

Educación ante la muerte


La muerte se ha convertido en el gran tabú de las sociedades occidentales. La tesis no es nueva. Philipe Ariès la formuló en su magistral ensayo “La muerte en Occidente” y se ha repetido hasta la saciedad. Más de veinte años después, la idea subsiste.
Ocultamos la muerte, la escondemos detrás de las bambalinas, no hablamos de ella ni a los niños, ni a los seres mas queridos.. Vivimos como si no tuviéramos que morir. Se ha convertido en un tema prohibido, feo y de mal gusto, como antaño lo fue el sexo. Hemos liberado a Eros de la cárcel del silencio, pero hemos enterrado en ella a Thánatos. Los niños y los adolescentes hablan abiertamente del sexo y aparentemente, saben cómo funciona, pero no tienen la menor idea de que este mundo se está de paso y que, como dijera Antonio Machado, “lo nuestro es pasar”.
La muerte es el gran tabú. Me encuentro con jóvenes universitarios que no han visto nunca a n cadáver, que no han velado a un difunto. Edulcoramos la vida con falsas nebulosas y ocultamos la más dura y trágica verdad: que nos vamos. Esta ocultación tiene graves efectos, porque, en el fondo, ocultar la muerte es ocultar la vida, es construir una imagen falaz y pueril de la existencia humana, algo así como un sueño de hadas. Lo que en definitiva no tolera nuestra cultura es la finitud, la limitación. Cuando irrumpe cualquier forma de limitación, se impone la salida por la tangente.. Este rechazo de la finitud es, en el fondo, un rechazo a la misma vida humana, una especie de salto mortal que no lleva a ningún lugar.
Con todo, esta ocultación de la muerte no puede generalizarse a otras culturas ni a otras épocas de la civilización occidental. En muchas culturas del cono sur, la muerte es un hecho público, manifiesto, explícito, en las calles, las aceras; forma parte de la vida cotidiana. También en muchas culturas del extremo Oriente. La ocultación, pues, es un fenómeno muy propio de la cultura occidental de los últimos decenios.
Pero, ¿por qué hemos convertido la muerte que, al fin y al cabo, es lo más cierto que hay, en un tabú?. No es fácil responder a esta pregunta. Existen múltiples factores que explican esta metamorfosis. Por un lado, hemos dejado de creer en los grandes relatos, las grandes narraciones del más allá, aquella cartografía del mundo de ultratumba que asumieron como verdadera nuestros antepasados. Ya no creemos en el mapa de Dante. No sabemos adonde vamos, ni qué podemos esperar (la gran pregunta kantiana) De hecho, nunca lo hemos sabido, pero nuestros antepasados creían saberlo y eso les daba una tranquilidad espiritual, un saber a qué atenerse. Por otro lado, hemos convertido a la tecnología en una diosa, creemos que puede salvarnos de todos los males. Y sin embargo, constatamos día a día que la finitud impone su ley. No morimos de lo que morían antes, pero seguimos muriendo. Esta es la cuestión.
Vivimos, además, en na cultura especialista en crear sistemas de evasión, mecanismos de entretenimiento. La muerte se ha convertido en un tabú, porque el mismo pensar es ya un tabú. Sólo cuando la muerte irrumpe sin permiso en el espacio íntimo,, la banalidad se esfuma, se perfora la trivialidad. No hay modo de evadirse, ni de escapar.
Algún día habrá una adecuada educación para la muerte, pero la escuela, al fin y al cabo, es un microcosmos social, expresión de la cultura y la sociedad donde se ubica. Padece los mismos tabúes. No le podemos exigir que deconstruya el tabú si nos obstinamos, socialmente, a mantenerlo de pie. Sólo si hay una ademada educación para la muerte, puede haber una adecuada educación para la vida. Enseñar a vivir, a orientarse en la existencia resulta imposible si uno o se enfrenta, de verdad, a su propia muerte. Eros y Thánatos, como viera Freud, constituyen los dos polos de la existencia humana. Una educación fundamental no puede ocultar ninguno de los dos.

Texto: Francesc Torralba Roselló, director de la Cátedra Ethos de la Universitat Ramon LLull.

1 comentario:

Ksawery dijo...

Buen artículo.

Me he permitido citarlo en mi blog: http://angelesdescarnados.blogspot.com/.