sábado, 20 de diciembre de 2008

Navidad "diferente"


No eres bueno y nunca has pretendido serlo. Estas fechas te deprimen, tanta bondad te empacha, agudizan tu visión cínica de la vida. No te preocupes, no eres el único. Somos muchos los que pensamos como tú. Juntos, siguiendo estos pequeños consejos, podremos hacer posible La otra Navidad.
1. Rodea tu Belén con alambre de espinos para reproducir fielmente el paisaje de la Palestina actual. Organiza una intifada con los pastorcillos contra "esos" colonos judíos que se han instalado en el pesebre. Envía un ángel para convocar una conferencia de paz. El día anterior, haz estallar un coche bomba en el centro de la anunciación.
2. Acude a unos grandes almacenes y acércate a todas las parejas con niño que encuentres. Exígeles cierta cantidad de dinero a cambio de no contarle a su hijo toda la verdad sobre Santa Claus. Con el dinero recaudado mediante el impuesto revolucionario, comparte un disfraz de Papá Noel leproso y siembra de minas antipersonales el recorrido de la cabalgata de los Reyes Magos.
3. Evita ver la maratón solidaria que todas las cadenas de televisión organizan por estas fechas. En lugar de ello, acércate al videoclub y alquila películas como "La maldición de Damien", "El día de la bestia" o la serie completa de "Posesión infernal".
4. En lugar de la consabida estrella, coloca en tu belén un asteroide salido de su órbita que colisionará con la Tierra el día 24 de diciembre, a las 23 horas 58 minutos.
5. ¿Quieres acertar la lotería de Navidad? No compres ningún décimo y obtendrás un premio directo de 20 €. A todo aquél que te ofrezca una participación, mírale con desprecio y ábrele los ojos contándole las pocas probabilidades que existen de que su número salga premiado, amén de los impuestos que el Estado recauda con la lotería y los peligros de convertirse en un peligroso ludópata.
6. Envía una tarjeta navideña a todos tus familiares y conocidos. En lugar del típico "Feliz Navidad y próspero Año Nuevo" escribe tus verdaderos deseos. La próxima Navidad te ahorrarás una pasta en sellos.
7. Cambia la letra de tus villancicos preferidos. Por ejemplo: "Mueren y mueren los peces en el río, pero mira como mueren, por los residuos radioactivos". O bien: "Esta noche es Nochebuena y mañana Navidad, y al otro con resaca me vuelvo a trabajar".
8. Tira los envoltorios de los regalos y las botellas de champán directamente a la basura. Tus residuos te pertenecen y puedes hacer con ellos lo que te venga en gana, el Ayuntamiento no tiene derecho a recaudar fondos a costa de tus desperdicios con el pretexto de reciclarlos.
9. Rocía el árbol de Navidad con salfumán diluido en agua al 10%, para que no eche en falta la lluvia ácida de los bosques de donde procede. Con las bombillas, provoca un incendio forestal. Después recalifica los terrenos (sobornando a cuantos políticos y funcionarios sea menester) y construye, construye...
10. Huye del consumismo. Viaja a un país exótico y disfruta por todo lo alto de unas merecidas vacaciones en un hotel de lujo.
11. Proclama la República en tu belén. Fabrícate una guillotina con el cuchillo de cortar jamón (al precio que va el jamón, para otra cosa ya no sirve) y decapita cada día a un Rey Mago. O bien organiza un pelotón de ejecución con los muñecos Power Rangers de moda. Confisca las ovejas a los pastores y despluma al ángel. Construye iglesias y después quémalas.
12 y última. Una vez destronada la monarquía, convoca unas elecciones para que tus hijos elijan libremente a tres Presidentes de la República Magos. Hazles promesas electorales para el día 6 de enero que naturalmente no piensas cumplir. Y sobre todo, instrúyeles en la Democracia.
Autor desconocido.

domingo, 30 de noviembre de 2008

jueves, 6 de noviembre de 2008

Arnold Böcklin y sus cinco versiones de "La isla de la muerte"

Böcklin realizó cinco versiones ligeramente distintas del cuadro. Todas tienen en común que representan una figura vestida de blanco de pie junto a un ataúd en una barca que navega sobre oscuras aguas hacia una isla rocosa. Se interpreta que la figura es el barquero Caronte, aunque Böcklin nunca dio explicaciones sobre el significado de la pintura y ni siquiera le puso el título, que se debe a un marchante de arte. Bocklin empezó a pintar el cuadro en 1880, a petición de Marie Berna, una joven y noble viuda de Frankfurt, pero lo interrumpió dejándolo inacabado y se puso a trabajar en una segunda versión, modificando algunos detalles, la cual terminó y entregó a la señorita Berna y hoy está en el Metropolitan Museum neoyorquino. Bocklin retomó la primera versión hasta acabarla y en 1927 fue adquirida por el Kuntmuseum de Basilea.

En 1883 realiza una tercera versión para un galerista de arte llamado Fritz Gurlitt, la cual fue comprada por Adolf Hitler en 1993 y exhibida en el Reichtag. Este cuadro desapareció en 1945, tras la entrada de las tropas soviéticas en Berlín, y estuvo perdido varios años hasta su reaparición en 1979.

La cuarta versión fue realizada en 1884 por encargo de Victor Benary y en 1926 fue adquirida por el barón Von Thyssen. También se encontraba en Berlín y también desapareció al final de la guerra, pero esta no ha reaparecido y se da por destruida. Por último, Bocklin pintó una quinta versión en 1886 por encargo del Museum der Bildendeh Künste de Leipzig, donde sigue.









1880-Museo de Basilea (Suiza)





1880-Metropolitan Museum of Art New York (EEUU)





1883-National Gallery Berlin (Alemania)






1886-Leipzig Art Museum (Alemania)

lunes, 27 de octubre de 2008

martes, 21 de octubre de 2008

viernes, 17 de octubre de 2008

Cementerio de Arenys de Mar (2)

Fue construido por el arquitecto Enric Sagnier i Villavecchia para la familia Bosch.

Nacido en Barcelona en 1858.
Sagnier obtuvo su titulo de arquitecto en el año 1882
Enric Sagnier i Villavecchia, no es tal vez el más original de los arquitectos modernistas catalanes, pero probablemente es uno de los más prolíficos (más de 30 interesantes edificios solo en la ciudad de Barcelona).
Enric Sagnier forma parte de la orbita gaudiniana y está básicamente orientada al Modernismo dentro de su tendencia neo gótica, tendencia que se manifiesta por ejemplo en los edificios que construyó para la Caixa de Pensions. Su personal estilo también está en algún caso influenciado por el rococó como se puede observar por ejemplo en la Casa Arnús.
Además de su faceta más habitual como diseñador de casas de vivienda, también desarrolló una gran actividad como arquitecto de edificios institucionales como el Palacio de Justicia de Barcelona, diseñado conjuntamente con Josep Domènech i Estapà y la Nueva Aduana, realizada conjuntamente con Pere Garcia i Faria.
También fue arquitecto de construcciones religiosas como la Iglesia y Convento de Pompeia en Barcelona, la Capilla Francesa y el Templo del Tibidabo terminado por su hijo Josep Maria Sagnier i Vidal.
Al final de su vida, diseñó edificios en otros estilos como la Basílica de Sant Josep Oriol in Barcelona (estilo renacimiento) en 1926.
Enric Sagnier i Villavecchia murió en Barcelona en 1931.

http://www.gaudiallgaudi.com/EA400.htm













domingo, 12 de octubre de 2008

Cementerio de Arenys de Mar (1)

El cementerio de Arenys de Mar (Barcelona, España) está ubicado en un montículo llamado L´Pietat y data de 1865. El cementerio es un mito literario gracias al poeta y escritor catalán Salvador Espriu (1913-1985) En una de sus obras lo introdujo como el “Cementiri de Synera” , “Synera” al revés es Arenys, El mismo Espriu descansa en él, en un nicho sin ningún tipo de adorno.
Hay maravillosas esculturas de Josep Llimona y de Venanci Vallmitjana, sepulturas y panteones de la época modernista de gran valor artístico.


Quina petita pàtria
encercla el cementeri!
Aquesta mar, Sinera,
turons de pins i vinya,
pols de rials. No estimo
res més, excepte l'ombra
viatgera d'un núvol.
El lent record dels dies
que són passats per sempre.


Els meus ulls ja no saben
sinó contemplar dies
i sols perduts. Com sento
rodar velles tartanes
pels rials de Sinera!
Al meu record arriben
olors de mar vetllada
per clars estius. Perdura
en els meus dits la rosa
que vaig collir. I als llavis,
oratge, foc, paraules
esdevingudes cendra.



Salvador Espriu





















Panteón de la familia Massaguer i Campins, obra de Josep Llimona i Brugera

martes, 7 de octubre de 2008

miércoles, 1 de octubre de 2008

Barcelona, ayer y hoy: Palau de las bellas arts

Fue uno de los edificios más aplaudidos de la Exposición de 1888 en Barcelona. Fue proyectado por el arquitecto August Font i Carreras. En el Palau de Bellas Arts tuvo lugar el primer congreso de la CNT y también actos de la nueva Exposición Universal del año 1929.
En el año 1943 fue derrumbado.
En el solar se construyó en 1966 los juzgados. Como casi siempre, se perdió con el cambio.






jueves, 25 de septiembre de 2008

Barcelona, ayer y hoy: Casaramona

En un principio era una fábrica textil ubicada en el Raval de Barcelona, pero se incendió y se construyó en el barrio de la “Font de la Guatlla” en Montjuïc (Avenida Marqués de Comillas 6-8). El edificio fue construido por Puig i Cadafalch y fue considera el mejor edifico de 1912. Como fábrica textil funcionó del año 1912 al 1920. Después se usó como almacén de la Exposición Internacional del año 1929 y tiempo después como caserna de la policía nacional.
El edifico actualmente pertenece a la entidad bancaria de La Caixa y pasó a llamarse “Caixa Forum”
El arquitecto japonés Arata Isozaki fue el encargado de su restauración y darle un toque contemporáneo mezclándose con el modernismo. También se ha hecho una ampliación.
Posee una de las colecciones más amplias de arte contemporáneo de España.
En estos momentos (del 19 de septiembre al 4 de enero) hay una exposición de Alphonse Mucha, creador y difusor del estilo Art Nouveau.










martes, 23 de septiembre de 2008

Josep Llimona- Joaquim Mir- Josep Graner (Casa Trinxet)

Esculturas de Llimona, como la chimenea. Pinturas y frescos de Joaquim Mir. Vidireras de Graner i Prats.




























Fotos: osbcn

viernes, 19 de septiembre de 2008

Puig i Cadafalch - La casa Trinxet

La casa Trixet estaba situada en la calle Córcega esquina Balmes de Barcelona. Fue construida en 1903 por Puig i Cadafalch. En la época del alcalde Porciones, en 1967 fue derruida y en el solar, Nuñez y Navarro construyó un horrible edificio de pisos. De nada sirvieron las organizaciones cívicas ni los medios de comunicación, una vez más ganó la especulación por encima de la historia y del arte. La idea de que la Casa Trinxet se convirtiera en el museo del Modernismo se desvaneció…
La casa pertenecía a Avelino Trinxet, tío del pintor Joaquim Mir i Trinxet, éste le hizo varios trabajos para esta casa, al igual que el ceramista Sebastián Ribó, Gaspar Homar o el escultor Joseph Llimona.

Varias piezas interiores fueron compradas por la familia Saula y llevadas a Calella, a la masía “Gall d´Or”. En el año 2004, después de muchos tiras y aflojas también se derruyó esta masía, entonces las hermanas Saula ofrecieron al municipio de Llançà (Girona) la donación al ayuntamiento, pero este, increíblemente rehusó dicha donación. Al final salieron a la venta pública por 600.000 €. Así finaliza la historia de la casa Trinxet, algo que nunca hubiera debido suceder.

































Fotos: osbcn

domingo, 14 de septiembre de 2008

Desnudos en la escultura funeraria (3)



Montjuïc (Barcelona)







Père Lachaise (París)




Père Lachaise (París)

jueves, 11 de septiembre de 2008

Thomas Mann en su padecimientos por Javier Marías 2ª parte


Aunque, como se ve, Mann no especificaba mucho, es de suponer que los ataques, excesos y perturbaciones debían estar relacionados con su mujer, Katia, madre de sus seis hijos. Sin embargo, las demás mujeres parecen haberle resultado del todo invisibles, a diferencia de los muchachos. Cuando fue a oír un recital de Rabindranath Tagore, se le confirmó la impresión que tenía de él: “Me parece una vieja dama inglesa muy distinguida”, pero en cambio no le pasó inadvertido que su hijo era “moreno y musculoso, de aspecto muy viril”. En el mismo acto quedó “cautivado por dos jóvenes que me eran desconocidos, guapísimos, quizá judíos”. Unos días después la compañía de un “joven lozano de dorados cabellos” lo sumió “en un dulce embeleso”, y unas semanas más tarde, un joven jardinero, “lampiño,, de brazos morenos y pecho descubierto, me dio mucho que hacer”. Agradecía enormemente al cine alemán de los años treinta que, a diferencia del americano o el francés, ofreciera “el placer de contemplar cuerpos jóvenes, sobre todo del sexo masculino, en su desnudez”.
Aunque despreciaba en general ese arte, poco dado a la palabra y representativo sólo del hombre vulgar y corriente, por suerte le reconocía sus “efectos sensuales sobre el alma”.
Es de temer que Thomas Mann, lejos del humor y la ironía que le atribuían algunos de sus lectores y conocidos, estaba siempre aquejado de melancolía, indolencia, ataques de nervios, pánico y torturas psicológicas, de variada índole, entre las que ocupaba un lugar destacado la irritación. A excepción de Proust (pero tan de otro modo), nadie como él explotó la asociación entre enfermedad y artisticidad , y en ese sentido puede decirse que desde siempre fue anticuado, ya que dicho vínculo tenía al menos un siglo de vida cuando él publicó su primera novela, “Los Buddenbrook” en 1901. Lo curioso del caso es que sus males y sus angustias eran de lo más estable: no lo abandonaban en ninguno de los lugares en que se vio obligado a vivir; exiliado de Alemania desde antes del comienzo de la Segunda Guerra Mundial, aunque después del Nobel, que recibió en 1929 con mucha naturalidad. Lo que hace a su figura más noble es, a la postre, su inequívoca oposición al nazismo, desde el principio y hasta el final, aún cuando sus ideas políticas o apolíticas no fueran nunca muy claras ni quizá recomendables: lo que le parecía más deseable, en oposición tanto al fascismo como al liberalismo, era una “dictadura ilustrada”, expresión en la que el adjetivo es demasiado vago y connotativo como para que no sea el sustantivo lo que prevalezca en todo caso.
Lo malo de Thomas Mann es que creía no tomarse en serio, cuando si algo salta a la vista, tanto en sus novelas como en sus ensayos como en sus cartas como en sus diarios, es que se hallaba plenamente convencido de su inmortalidad. En una ocasión, para restarle méritos a su “Muerte en Venecia”, que un norteamericano alababa hasta el sonrojo, no se le ocurrió otra cosa que rebajarlos diciendo: “después de todo, yo era todavía un principiante cuando lo escribí. Un principiante de genio, pero un principiante al fin y al cabo”. Una vez que ya no lo era, se consideraba capaz de los mayores logros, y en una carta al crítico Carl María Weber le hablaba con desparpajo de “la grandiosa historia que algún día puedo escribir, después de todo”. Es conocida su admiración por el Quijote ya que aprovecho su lectura a bordo del vapor Volendam, que lo llevaba a New Cork, para redactar un tomito, “Travesía marítima con Don Quijote”, sin embargo, el sobrio y magistral desenlace de la obra de Cervantes no sólo le decepcionó sino que lo juzgó mejorable: “El final de la novela en más bien lánguido, no lo suficientemente conmovedor; yo pienso hacerlo mejor con “Jacob”. Se refería, claro está, al Jacob de su tetralogía “José y sus hermanos”, que en España sólo ha sido capaz de de leerse entera el paciente (y rencoroso por ello) Juan Benet.
Sorprende que Mann opinara que las grandes obras eran resultado de intenciones modestas, que la ambición no debía estar al principio ni anteceder la obra, que debía estar unida a ésta y no al yo de su creador. “No hay nada más que la ambición abstracta y previa,, la ambición en sí e independiente de la obra, la águila ambición del yo. El que es así se comporta como una águila enferma”, escribió. A la vista de sus propias ambiciones, tanto expresas como inexpresas, habría que concluir que la enfermedad que padecía el águila Mann no era otra que la ceguera. Al hablar de la muerte de un antiguo compañero de colegio, apostilló: “inmortalizado por mi en “La montaña mágica”. No cabe duda que tenía ambiciones y se tomaba en serio quien anotaba con seriedad en su diario un día de 1935: “carta en francés de un joven escritor de Santiago de Chile, informándome de mi influencia sobre la joven literatura chilena”. No puedo evitar llamar la atención sobre tres palabras: la primera es “informándome”, la segunda es “influencia”, y la tercera es “chilena”.
Thomas Mann tenía un porte solemne, sobre todo de espaldas, según los que lo trataron. De frente, la nariz, las cejas y las orejas (todas ellas picudas) le daban cierto aire de duende, reñido acaso con la solemnidad. Era vehemente en sus intervenciones públicas, hasta el punto en que en una ocasión se le pasó el tiempo durante una lectura radiofónica de su obra y no tuvo más remedio que interrumpirse en mitad de una frase y pedir disculpas. Su procedencia altoburguesa se manifestaba a veces en sus querellas con el servicio: “Ataque de rabia contra la criada Josefa”; “Cocinera desleal, criada sorda”, “Las nuevas criadas parecen servir apara algo”, “Todos los criados de nuevo amenazan con marcharse. Nauseas y odio me produce esa canalla indigna”, son algunos de los apasionados apuntes que al respecto pueden leerse en sus ocultos diarios.
Sus dos hermanas se suicidaron, como también su hijo Klaus, novelista más modesto y olvidado que él. Padeció mucho, por tanto, aunque en la muerte de su hermana Carla el dolor por la pérdida se mezcló con su reprobación porque se quitara la vida en la casa de la madre y no en otro sitio más adecuado.. Padeció también el exilio, y el salvaje odio de sus compatriotas, se hizo ciudadano checoslovaco y norteamericano, pero tuvo la satisfacción del más absoluto éxito literario a lo largo de su vida entera, lo cual pudo compensarle. Murió el 12 de agosto de 1955 en Zürich, a la edad de ochenta años, víctima de una trombosis. No hubo ironías a la hora de su muerte. Su familia tuvo el detalle de enterrarlo con una sortija de la que estaba muy orgulloso y nunca se separaba. La piedra era verde, pero no una esmeralda.

miércoles, 10 de septiembre de 2008

Thomas Mann en sus padecimientos por Javier Marías


La siguiente semablanza de Thomas Mann está escrita por Javier Marías y se halla en el libro “Vidas escritas”




Según Thomas Mann, toda novela resulta insulsa sin ironía, y desde luego él creía que a las suyas las recorría ese don de arriba abajo, creencia un tanto extraordinaria si se conocen algunos de sus novelones más célebres. Quizá su afirmación se comprenda un poco más si se tiene en cuenta que Mann distinguía claramente entre el humor y la ironía, y que juzgaba a Dickens sobrado de lo primero y escaso de lo segundo. Tal eso explique que Mann sólo obligue a sonreír a veces (uno percibe que él se estaba sonriendo al escribir) y que Dickens haga reír abiertamente cada pocas páginas.
Lo cierto es que donde jamás parece haber hecho sonreír Thomas Mann (ni siquiera a la fuerza) es en su vida personal, a juzgar por sus cartas y diarios, de una seriedad temible. Estos últimos, como es sabido, sólo pudieron verse a los veinte años de su muerte, en 1975, y, una vez leídos, la demora sólo es explicable por tres motivos: para hacerse esperar y darse importancia; para que no se supiera demasiado pronto que se le iban los ojos tras cualquier jovenzuelo; para que no se supiera lo mal que andaba del estómago y lo fundamentales que le parecían sus vicisitudes (las del estómago, quiero decir)
Cualquier escritor que deja sobres cerrados que no deberán abrirse hasta mucho después de su muerte está convencido de su tremenda importancia, y eso suele corroborarlo la apertura de los dichosos y decepcionantes sobres al cabo de la paciente espera.
En el caso de Mann y sus diarios, lo más llamativo es todo lo que le ocurría le parecía sin duda digno de ser registrado, desde la hora que se levantaba, hasta el tiempo que hacía, pasando por lo que leía y sobre todo por lo que escribía. Acerca de tales cosas rara vez, sin embargo, hace alguna reflexión sagaz, de modo que más parecen los diarios de alguien dispuesto a facilitar a la posterioridad la minuciosa reconstrucción de sus incomparables jornadas que los de alguien interesado en relatar hechos secretos o verter opiniones privadamente. Dan la impresión de que Mann pensaba en un futuro estudioso que exclamaría tras cada palabra: “¡Caramba, caramba, así que el Mago escribió aquel día tal página de El elegido y a la noche leyó versos de Heine, cuán revelador es esto!”. Más difícil resulta de prever la posible revelación y asombro que provocarían los insistentes informes sobre sus evoluciones estomacales. “Indispuesto, dolores de cintura causados por el colon y el estómago”, anota un día de 1918.
“Ligeros dolores abdominales”, considera oportuno destacar en 1919, y el mismo año precisa. “Pude hacer mis necesidades después del desayuno”. En 1921 las cosas no han mejorado, pero son igualmente dignas de reseñarse: “En la noche taquicardias y retorcijones de estómago”, o bien. “Indisposición, irritación intestinal”. Más adelante, en 1933 Mann sigue obsesionado y con razón: “Desayuné en la cama. Propensión a la diarrea”. No es de extrañar que un año después se queje: “Me duelen los intestinos”, ni que en 1937 tenga la suficiente lucidez para reconocer: “Tengo el estómago sucio”, para añadir: “Tuve dificultades al tragar la comida, que tuvo que ser pasada por el colador”. En 1939 se han invertido las tornas por lo que parece juicioso señalarlo: “Estreñimiento”. Menos mal que un año antes, en 1938 nos encontramos con un apunte más variado, aunque no menos asqueroso: “Pasé largo rato sin la dentadura postiza. Padecimientos”
No hay que creer sin embargo, que los diarios se ocupen sólo de tan prosaicos malestares: amén de informarnos de si tomó o no el ponche, le devolvieron por fin del tinte sus alfombras o visitó al pedicuro tras pasar por la manicura,, hay expresivos comentarios sobre la atormentada sexualidad de Mann. Por ejemplo: “Ternura”. O bien: “Noche sexual. Pero no se puede, quand même, desear la calma en ese campo”.O aún más problemático: “Ayer sufrí un ataque de índole sexual, poco antes de irme a dormir, lo que tuvo muy graves consecuencias nerviosas: gran excitación,, miedo, insomnio pertinaz, fallo del estómago, manifiesto en acidez y nauseas “ Y otra vez. “Excesos sexuales, los cuales, sin embargo pese a que me impidieron durante mucho rato conciliar el sueño debido a la excitación nerviosa, resultaron más bien soportables a un plano intelectual”. Esa mención del “plano intelectual” tal ayude a descifrar este otro comentario, francamente enigmático: “Perturbación sexual y perturbación en mis actividades ante la imposibilidad de negarme a hacer el articulo necrológico sobre Eduard Keyserling”. Finalmente el estómago y el sexo aparecen de nuevo unidos en esta optimista, o más bien crédula anotación. “Tuve que dejar de beber esa cerveza fuerte que se hace ahora, no sólo porque atacaba el estómago, sino porque también actuaba como afrodisiaco, excitándome y haciéndome pasar noches intranquilas”. Sea como fuera, el tono general es este: “Anoche, y también esta tarde, atormentado por el sexo”

Continuará…

Desnudos en la escultura funeraria (2)






Desnudos en la escultura funeraria (1)