Esos bigotes , esos ropajes propios de su tiempo y ahora tan demodés pero que a mí me fascinan…me retrotraen al lejano pasado…
Actualmente no es tan común ver un busto y menos un medallón, pero en el siglo XIX, y bastante avanzado el XX, quien era de posibles (o tenía familiares o amigos pudientes) en su último lugar en la tierra se les podía ver inmortalizados en varios materiales como el mármol, hierro o en el melancólico bronce que con el paso de los lustros va adquiriendo ese color verde y va dejando con ayuda de la lluvia también esos regueros como si fueran lágrimas interminables, entre otros..
Los amigos y admiradores (quien los tuviera) contribuían mucho parece ser y para que no se olvidara nadie de ello siempre se dejaba inscrita la coletilla de “ses amis”.
En el cementerio del Père Lachaise hace unos pocos años desaparecieron varios bustos y medallones, entre otros obras de Auguste Rodin o Eutrope Bouret, piezas así deben valer una millonada, pero por lo último que se los ladrones fueron finalmente detenidos.











